A un click visibiliza una práctica que puede derivar en la exposición pública de contenido exclusivo: el sexting

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La campaña, realizada en el marco del programa BINT de Plan de Inserción Sociolaboral para Mujeres y Niñas Víctimas de Trata, Explotación Sexual y Mujeres en Situación de Prostitución y está financiado por el Ministerio de Igualdad, busca arrojar luz sobre las crecientes formas de violencia sexual, identificándolas según las formas en las que éstas tienen lugar y se desarrollan. 

Lo que se concibe como privado y personal, con frecuencia en el contexto de la intimidad o la confianza, tiene el potencial inherente de volverse de dominio público, con consecuencias a menudo devastadoras. El atractivo inicial del sexting reside en la creencia de que el contenido es “exclusivo”. Se envía a una persona específica, con la expectativa de que permanezca confinado a esa relación o círculo íntimo. Esta percepción de exclusividad puede surgir de varios factores:

Confianza en la pareja: En una relación, se asume que la otra persona respetará la privacidad y no compartirá el contenido. Sin embargo, las relaciones pueden terminar, y la confianza puede romperse, llevando a actos de venganza o difusión malintencionada

Sentido de control: Quien envía el contenido puede sentir que tiene el control total sobre lo que comparte y con quién. Esta sensación es ilusoria, ya que una vez que el contenido sale del dispositivo original, el control se pierde casi por completo.

Influencia del momento: A menudo, las decisiones de sexting se toman bajo el influjo de emociones intensas, impulsos o presiones, sin una reflexión profunda sobre las posibles consecuencias a largo plazo.

Esta “exclusividad” es una construcción frágil. En el entorno digital, cualquier imagen o video puede ser guardado, copiado, reenviado o publicado en cuestión de segundos, sin que el emisor original tenga ya ninguna capacidad para detener su propagación.

La peligrosa realidad de la exposición pública

Cuando el contenido “exclusivo” se convierte en “público”, las ramificaciones son profundas y a menudo dolorosas. La exposición pública puede manifestarse de diversas maneras, comenzando por la difusión en redes sociales: una foto o video íntimo puede aparecer en plataformas como Instagram, Facebook, TikTok o X (anteriormente Twitter), llegando a amigos, familiares, compañeros de trabajo o incluso a la escuela. Esto puede provocar vergüenza, humillación y un daño reputacional duradero. También por filtraciones en grupos de mensajería: El contenido puede ser compartido en grupos de WhatsApp, Telegram u otras aplicaciones de mensajería, donde se propaga rápidamente entre círculos de conocidos y desconocidos, muchas veces acompañado de comentarios despectivos o acoso.

Quizás una de las formas más dañinas de exposición pública es la pornografía de venganza (pornovenganza):En el contexto de una ruptura o conflicto, una expareja comparte contenido íntimo sin consentimiento para humillar, dañar o extorsionar a la persona. Este material puede acabar en sitios web pornográficos dedicados a la “pornovenganza”, donde es accesible globalmente. Incluso si no es por venganza, el contenido puede ser subido a plataformas pornográficas o sitios de intercambio de archivos sin el consentimiento de la persona, lo que resulta en una exposición masiva y un daño irreparable a la imagen personal. Una vez que el contenido se hace público, la persona puede convertirse en blanco de ciberacoso y bullying. Mensajes denigrantes, burlas y amenazas pueden afectar gravemente su salud mental y bienestar.

Las consecuencias más allá de la pantalla

La “exposición pública de contenido exclusivo” no se queda solo en el ámbito digital. Sus efectos trascienden la pantalla y tienen un impacto significativo en la vida de la persona. Desde deterioro de la salud mental, con la vergüenza, la humillación, la ansiedad, la depresión e incluso el trastorno de estrés postraumático que puede padecer la víctima, son consecuencias comunes, incluyendo el aislamiento social. La persona puede sentirse estigmatizada, lo que la lleva a aislarse de amigos y familiares, afectando sus relaciones interpersonales.

La campaña A un click

Mujeres en Zona de Conflicto (MZC), a través de su área de acción social y en el marco del programa BINT+ , lanza la campaña “A un click”, una acción de incidencia en redes centrada en las diferentes formas de violencia sexual hacia las niñas y adolescentes que se dan en las diferentes plataformas y entornos digitales. Esta iniciativa, que se integra plenamente en el  Plan de Inserción Sociolaboral para Mujeres y Niñas Víctimas de Trata, Explotación Sexual y Mujeres en Situación de Prostitución y está financiado por el Ministerio de Igualdad, busca arrojar luz sobre las crecientes formas de violencia sexual, identificándolas según las formas en las que éstas tienen lugar y se desarrollan. 

La era digital ha transformado radicalmente nuestras vidas y, con ella, han surgido nuevas y complejas formas de extorsión, acoso y violencia hacia los sectores de la población más vulnerables. Hoy, las violencias sexuales contra menores no se limitan a espacios físicos; se han infiltrado y multiplicado en el vasto universo online. Prácticas como el Grooming, donde adultos manipulan a menores para obtener contenido sexual o encuentros; el Sugar Dating, que normaliza la explotación de niñas a cambio de bienes materiales; y el intercambio de contenido íntimo no consentido a través de lo que ya se conoce como Sexting, a través de plataformas como OnlyFans. Tres formas de violencia que pueden escapar al conocimiento del entorno seguro más cercano de las menores que lo sufren. 

En MZC, comprendemos que la primera línea de defensa contra estas violencias es la visibilidad. Lo que no se nombra, no existe, y lo que no se muestra, permanece en la sombra perpetuándose y creciendo. Por ello, en el corazón y la centralidad de esta campaña reside en la urgente necesidad de exponer cómo operan estas prácticas. No basta con saber que existen los riesgos; es crucial entender sus mecanismos, sus disfraces y sus consecuencias. 

Nuestra intención es clara: alertar a la población sobre los riesgos de una exposición digital sin garantías ni protección. El entorno virtual, a menudo percibido como un espacio de libertad y diversión, puede convertirse en una trampa si no se reconocen sus peligros inherentes. La campaña pone un foco crítico en la fragilidad de los límites entre lo virtual y lo real, una frontera que se desdibuja peligrosamente cuando hablamos de la vulnerabilidad de niñas y adolescentes. Un “Me gusta”, un mensaje directo o una promesa de afecto en línea pueden ser el inicio de una cadena de manipulación y abuso. 

Un llamamiento urgente a la conciencia y la acción colectiva

La campaña está dirigida al conjunto de la sociedad, pero con un énfasis particular en las personas adultas responsables de niños, niñas y adolescentes: familias, educadores e instituciones. Son ellos quienes ostentan la primera y más importante responsabilidad en la protección de la infancia y adolescencia. Buscamos despertar conciencias, fomentar conversaciones incómodas pero necesarias, y sobre todo, facilitar herramientas concretas para detectar, prevenir y actuar frente a estas violencias, poniéndoles nombres para su identificación. 

La narrativa visual de la campaña ha sido cuidadosamente diseñada para reflejar esta dualidad que caracteriza la violencia digital: lo que se muestra y lo que se oculta, lo aparente y lo real. A través de imágenes y mensajes poderosos, invitamos a mirar más allá de la superficie digital. Queremos que la sociedad comprenda que, detrás de una conversación aparentemente trivial o de una promesa de afecto o de dinero, puede ocultarse una estructura de abuso, de coacción y, en última instancia, de explotación. 

Alcance multilingüe y difusión estratégica

Para asegurar que nuestro mensaje resuene en cada rincón de nuestra comunidad y más allá, la campaña ha sido desarrollada en cuatro idiomas: español, portugués, rumano y árabe. Esta aproximación multilingüe es fundamental para alcanzar a las poblaciones más diversas y, a menudo, más vulnerables a estas formas de explotación. La difusión será integral, utilizando tanto formatos impresos tradicionales como una robusta presencia en redes sociales, maximizando así su impacto y visibilidad. 

Desde MZC, creemos firmemente que la única manera de señalar estas redes de violencia es a través de la información, la educación y la acción colectiva. La difusión de este conocimiento no es solo una opción; es una obligación de nuestra entidad. Invitamos a cada persona, familia y organización a unirse a nosotras, metiéndose activamente en la protección de nuestras niñas y adolescentes. Juntas, podemos iluminar las sombras de la violencia digital y construir un futuro más seguro y justo. Con conocimiento y el señalamiento de las posibles violencias, internet es un espacio más seguro para todas. 

Para más información sobre la campaña visita nuestra página www.mzc.es y síguenos en nuestras redes sociales para las últimas actualizaciones de la campaña “A un click” 

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