Zeina Zongo Maiga y Carmen Olmedo Torralbo
El proyecto Miradas interseccionales contra la trata nos permite indagar en la vinculación de los procesos de colonización y neocolonización en el continente africano, los fenómenos migratorios actuales y la trata de personas. Sin entender ni abordar la colonización y sus consecuencias en la actualidad no podemos entender la trata de personas a día de hoy en el mundo globalizado, donde las dinámicas Norte-Sur siguen presentes con fuerza.
La colonización europea en África, en los siglos XIX y XX, fue un proceso de expansión territorial y explotación de recursos motivado por intereses económicos, políticos y sociales de las potencias colonizadoras europeas, que buscaban ampliar su influencia global, asegurar rutas comerciales, obtener materias primas y ejercer dominio político que rivalizara con los países europeos del entorno.
La colonización se llevó a cabo mediante la imposición de tratados desiguales, la conquista militar, la creación de fronteras artificiales y la instauración de administraciones coloniales que terminaron por subyugar a las poblaciones autóctonas. El resultado: explotación de mano de obra local en plantaciones agrícolas, minas y otros sectores productivos, y despojo de tierras y recursos naturales, con graves repercusiones para las comunidades africanas que vieron afectados sus territorios, lazos sociales y comunitarios, formas de organización política…
Además del saqueo económico, la colonización europea también impuso sistemas de gobierno, instituciones políticas y modelos culturales occidentales, lo que resultó en la supresión de las estructuras tradicionales de poder, la pérdida de identidad cultural y la fragmentación de las sociedades africanas. La imposición de lenguas, religiones y sistemas educativos europeos contribuyó a la asimilación cultural y al establecimiento de jerarquías raciales y sociales discriminatorias.
La colonización europea en África, aunque formalmente concluida con el proceso de independencia política en el siglo XX, ha dejado un legado de desigualdades económicas, políticas y sociales que persisten hasta la actualidad. A pesar de los esfuerzos por superar estas secuelas, muchos países africanos aún enfrentan desafíos derivados de su pasado colonial y su presente neocolonial ejercido a través de los intereses económicos extranjeros en sus territorios. La influencia y el poder de las antiguas potencias coloniales sigue siendo significativa en la región, manifestándose a través de relaciones comerciales, económicas, políticas y diplomáticas. En consecuencia, aunque los países africanos han recuperado formalmente su independencia, siguen lidiando con la presencia y el impacto de la colonización en diversos aspectos de su vida política, económica y social.
¿Y ESPAÑA QUÉ?
España comienza a colonizar el territorio norte de Marruecos a finales del XIX y en 1912 y estableció un protectorado, con capital en Tetuán, hasta el año 1958, mediante un acuerdo con Francia para repartirse el país. Una parte del protectorado estaba en Cabo Juby, en las tierras continentales enfrentes de Canarias, en el extremo sur del actual país.
En el territorio ceutí actualmente la lengua hablada predominantemente entre la población árabo-musulmana es el dariya junto con el español. En Melilla, es el tamazigh y el español. Por contra, la población blanca/cristiana no suele hablar otra lengua a parte del español. Ni la lengua tamazigh ni el árabe marroquí son lenguas oficiales en el territorio, a pesar de la lucha social y política para reivindicar y demandar su oficialidad.
El territorio del actual Sáhara Occidental, fue colonia española desde 1884. España abandonó el territorio en 1975, exactamente al mismo tiempo que fue colonizado por Marruecos. España ha desatendido sus tareas para facilitar la descolonización del país tal y como indicaba la Resolución 1514 de la ONU, abandonando a la que hasta aquel momento había sido la provincia 51. Desde entonces, parte de la población saharaui vive refugiada en el desierto, al sur de Argelia, en lo que llaman la Hamada (el desierto en el desierto).
Guinea Ecuatorial, llamada durante el periodo colonial Guinea Española y antes, Territorios Españoles en el Golfo de Guinea, fue colonizada por España a finales del siglo XVIII, y anteriormente por Portugal y Holanda. Este territorio se independiza en 1968 formando Guinea Ecuatorial. Las lenguas vernáculas más hablada son el fang, después el bubi, el annobonense, el balengue, el igbo, el kwasio, el seki o el ndowé. Sin embargo, y en la línea de otros casos del continente, es posible rastrear las pistas de la colonización en los idiomas oficiales de los diferentes estados. En Guinea Ecuatorial las lenguas oficiales a día de hoy son en primer lugar el español, en segundo el francés, en tercero, recientemente incorporado, el portugués.
Por otra parte, paradógicamente, Plazas de Soberanía ha sido el término histórico que denomina a aquellos territorios que están bajo dominio español desde el siglo XVI. Ceuta y Melilla eran nombradas las Plazas mayores, aunque hoy tienen estatus de ciudades autónomas. Las Plazas menores son islotes junto a la costa de Marruecos, sin ciudadanía pero con militares permanentes, y son gobernados desde Madrid, sin pertenecer a provincias o comunidades autónomas. Con este término tan irónico se denominan el peñón de Vélez de la Gomera, las islas Alhucemas, las islas Chafarinas y el islote Perejil
La visión que España sigue contándose a sí misma es la de una nación próspera que va a ayudar al desarrollo de otras no tan prósperas. Además de que los estados europeos no dejan de reproducir el complejo de salvador a nivel macro, es imperativo que como sociedad pongamos sobre la mesa el escaso reconocimiento social e institucional del papel que jugó y juega la colonización, el expolio y el imperialismo europeo en la situación actual del continente africano.
Desde las miradas feministas interseccionales y decoloniales, debemos situar pedagógicamente que la colonización, y el capitalismo extractivista forman parte de un mismo proceso del rearme del régimen de poder patriarcal que sigue entendiendo a día de hoy que los cuerpos y los territorios son mercancías.
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